Fiesta de las Bienaventuranzas en Galilea: "Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos"
GALILEA - El 29 de enero de 2023, Su Beatitud Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, presidió la Misa de la Fiesta de las Bienaventuranzas, en la cima del Monte del mismo nombre.
Cancelada el año pasado debido a la pandemia de COVID-19, la celebración de ayer vio a muchos cristianos de toda la región de Galilea reunirse alrededor de la Iglesia de las Bienaventuranzas para asistir a misa, igual que hace 2000 años cuando la gente se agolpaba alrededor de Jesús para escuchar el Sermón de la Montaña. Entre los asistentes se encontraba el embajador de Italia, Sr. Sergio Barbanti, designado para este cargo en octubre de 2021.
Celebrada cada año el último domingo de enero, y nacida de una iniciativa de las Iglesias de Tierra Santa para acercar a las personas a los Santos Lugares, la Misa, que fue concelebrada por Mons. Rafic Nahra, Vicario Patriarcal para Israel, Mons. Moussa El-Hage, Arzobispo maronita de Haifa y Tierra Santa y Exarca Patriarcal de Jerusalén, Palestina y Jordania, así como por el P. Maksymilian Nawara, OSB, Abad Presidente de la Congregación Benedictina de la Anunciación, y Mons. Giacinto-Boulos Marcuzzo, Obispo emérito, también asistieron numerosos seminaristas y sacerdotes del Seminario Domus Galilaeae de Redemptoris Mater, algunos de los cuales formaron parte del coro.
Durante su homilía, el Patriarca evocó cómo, con el único criterio de la mirada humana, no se puede comprender el pasaje del Evangelio conocido como las Bienaventuranzas (Mateo 5, 3-12). "Es sólo a través de Jesús y con Jesús que podemos entender verdaderamente las Bienaventuranzas", dijo. Refiriéndose al comienzo de cada verso, que comienza con "Bienaventurados los...", añadió: "Como seres humanos, especialmente ahora, y sobre todo aquí en Tierra Santa, este pasaje nos parece muy lejano. Hoy es ¡Es más fácil para nosotros ser infelices que lo contrario! Sin embargo, las Bienaventuranzas no son sólo un pasaje sobre los mansos y los que ponen la otra mejilla, sino sobre aquellos cuya realidad está centrada en los demás y no simplemente en sí mismos [...] Oremos, pues, para que el Espíritu Santo cambie nuestros corazones, para que seamos cristianos verdaderos y vivos aquí en Tierra Santa, y seamos fuente de felicidad para todos aquellos que encontremos en nuestra vida".
