“Cuidar de nuestra Iglesia Madre”: encuentro con el Cardenal Fernando Filoni, Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro

By: Cécile Leca/ lpj.org - Published: May 17 Tue, 2022

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JERUSALÉN – Del 9 al 14 de mayo, Tierra Santa recibió la visita de Su Eminencia Fernando Filoni, Cardenal-Obispo y Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén desde 2019. La oportunidad para lpj.org de presentar a la principal figura de esta orden, primer e imprescindible apoyo del Patriarcado Latino de Jerusalén.

El Cardenal Filoni nació el 15 de abril de 1946 en Manduria, Italia. Ordenado sacerdote el 3 de julio de 1970, obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico, Filosofía y Ciencias y Técnicas de la Opinión Pública. Ingresando luego a las filas de la diplomacia vaticana, en 1981 realizó una misión inicial de tres años en Sri Lanka antes de ocupar varios cargos, en particular en Irán (1983-1985), como Secretario de Estado en Roma, Brasil y luego en Filipinas.

Consagrado Obispo el 19 de marzo de 2002 por el Papa Juan Pablo II, fue nombrado nuncio apostólico en Irak y Jordania. Ejercerá esta función durante los inicios de la guerra de Irak (2003-2011), y será durante algún tiempo el único representante diplomático residente en Bagdad. Designado en Filipinas en 2006, fue llamado de regreso a Roma por el Papa Benedicto XVI para ocupar varios cargos dentro de la Curia. Nombrado Cardenal-Diácono el 18 de febrero de 2012, el Papa Francisco lo elevó al rango de Cardenal-Obispo el 26 de junio de 2018.

El Papa Francisco lo nombró Gran Maestre de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén el 8 de diciembre de 2019.

  • ¿Qué nos puede decir sobre sus funciones como Gran Maestre de la Orden? ¿Cuáles son sus vínculos con el Patriarcado Latino?

La Orden del Santo Sepulcro es una institución refundada por el Papa Pío IX hace poco más de 170 años, y cuyo fin es apoyar al Patriarcado Latino de Jerusalén ya los cristianos de Tierra Santa. En otras palabras, es una institución que invita a los cristianos de todo el mundo a cuidar de nuestra Iglesia Madre, especialmente a través de donaciones económicas. Está dirigido por un Gran Maestre, que en un principio fue el mismo Papa; que Pío XII encomendó la responsabilidad a un cardenal, cuando la Orden comenzó a tener un gran número de miembros.

Esta Orden es ante todo una orden laical; todo lo relacionado con la organización y administración está dirigido por miembros no eclesiásticos, hombres y mujeres - voluntarios, no empleados - que tienen una vida familiar y están comprometidos con su trabajo en la sociedad. Por lo tanto, como Gran Maestre, debo tener cuidado de nunca reemplazar esta realidad secular, sino de acompañarla espiritualmente. Mi responsabilidad concierne, por supuesto, a toda la institución, a la que trato de animar inculcando en ella una profunda espiritualidad enraizada en el Evangelio; y una posición eclesiológica, porque la Orden es una realidad viva en la Iglesia.

  • ¿Qué experiencias le aportaron sus misiones diplomáticas, especialmente las de sus diversas estancias en Irak?

Una experiencia sobre todo de servicio. Como clérigos, no somos como los diplomáticos seculares, que trabajan por los intereses de sus países. Nuestro trabajo es apoyar a las iglesias locales. Por supuesto, también trabajamos para mantener relaciones de paz y entendimiento con otras religiones, con los Estados y con las organizaciones presentes en los países a los que somos enviados; pero nuestra primera y más importante tarea es brindar asistencia a las iglesias establecidas en estos países, y ser parte integral de la vida de las personas con las que convivimos. Debemos respetar su cultura y su realidad, sus formas de vivir y organizarse, sus reglas y sus gobiernos, aunque nos cueste entenderlos. Cuando estuve en Irak, durante la guerra de 2003, la gente me agradecía por estar con ellos, por compartir su sufrimiento y dolor, sin juzgar ni criticar la situación ni la gestión del país. Y, por mi función como representante de la Santa Sede, es a toda la Iglesia Católica a quien agradecieron nuestro servicio. Es gracias a esta experiencia, entre otras cosas, que entendí mejor la importancia del servicio y de escuchar a los demás.

Fue también durante mis misiones diplomáticas, más particularmente la de China (donde pasé más de ocho años después del período de Deng Xiaoping), que pude descubrir una fe y una generosidad sin límites, que dieron perspectiva a mi propia visión de estos aspectos en su casa… y en la nuestra.

  • Miembro del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso desde 2012, ¿qué nos puede decir sobre la importancia de este tema hoy?

El diálogo interreligioso, a mi juicio, es el acto de entrar sin juzgar, sino en el conocimiento y comprensión de la otra parte. Si estudiamos la historia, los problemas, los sufrimientos de nuestro interlocutor, ya sea no creyente, musulmán, judío o cristiano de otro rito, entonces el diálogo se hace posible. Si, por el contrario, adoptamos una actitud de juicio, comienza el problema.

Por supuesto, esta apertura debe ser recíproca. Si la otra parte no tiene esta apertura, el diálogo no será posible... por un tiempo. ¡Porque el tiempo de Dios no es el nuestro! Es mostrando paciencia y comprensión que podremos llegar al corazón de nuestro interlocutor.

  • Estamos muy contentos de recibirle por primera vez en Tierra Santa desde su nombramiento como Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén. ¿Piensa venir con más regularidad, ahora que la crisis del COVID-19 finalmente parece haber terminado?

El contacto concreto es esencial para dar impulso a la Orden. Las peregrinaciones a Tierra Santa también son una parte integral de nuestra institución... Así que, si Dios quiere, ¡espero sinceramente poder visitarlos de nuevo con más regularidad!

Entrevistado en Jerusalén