Apertura de la Asamblea sinodal continental de las Iglesias católicas de Oriente Medio en el Líbano

By: translated by: Pere Trias Roca - Published: February 15 Wed, 2023

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Los trabajos de la Asamblea sinodal continental de las Iglesias católicas de Oriente Medio comenzaron esta mañana (lunes 13.02) en Betania - Harissa (Líbano). 

En Oriente, o somos cristianos juntos o no lo somos.

Después de una oración por las víctimas del terremoto que asoló Siria y Turquía, el Padre Khalil Alwan, Secretario General del Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente y Coordinador General de la Asamblea sinodal, abrió el acto recordando el mensaje pastoral que los Patriarcas Católicos de Oriente dirigieron en 1992 a sus fieles en Oriente Medio y a los dispersos por el mundo, bajo el título: «La presencia cristiana en Oriente, testimonio y mensaje». Para el Padre Alwan, «Esta carta trazó el camino de las Iglesias católicas en Oriente y resumió su identidad y su futuro con la palabra presencia'. Esta 'presencia' se encarna, de manera eficaz y auténtica, como Cristo y su Iglesia, en la lengua árabe y la herencia de la que somos constructores y en la civilización árabe que hemos ayudado a establecer. Nuestra presencia es también una presencia al servicio del hombre sin distinción ni discriminación. Es una presencia ecuménica para la cooperación común; es una presencia de diálogo con las personas de buena voluntad, musulmanes y judíos; y finalmente, es una presencia global, gracias a nuestros hijos esparcidos por todo el mundo, porque es comunión de fe, de amor y de pertenencia cívica dondequiera que estemos».

Y prosiguió: «Treinta años después de esta 'hoja de ruta', hoy se unen siete iglesias católicas: la copta, la siríaca, la maronita, la melquita, la caldea, la armenia y la latina. Hemos venido de Tierra Santa, Jordania, Líbano, Siria, Egipto, Irak y Armenia, para escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias, para rezar y reflexionar juntos sobre nuestras preocupaciones comunes y para compartir nuestras aspiraciones de futuro con una esperanza indefraudable. Nos unen muchas cosas, nos unen las condiciones de nuestros países, donde a menudo carecemos de libertad religiosa, libertad de expresión, libertad para las mujeres y libertad para los niños. Todos estamos tratando, según nuestras energías, de luchar contra la corrupción en la política y la economía. Todos buscamos practicar la transparencia en nuestras instituciones religiosas y sociales, y deseamos practicar una ciudadanía responsable y luchar contra la pobreza y la ignorancia. Todos sufrimos la emigración de nuestros hijos, que han visto decaer sus horizontes de vida digna, llevando a la reducción de nuestras comunidades y de nuestro testimonio en la tierra que el Señor ha elegido como su hogar. Sin embargo, a nosotros, los hijos de la Iglesia, no sólo nos unen las preocupaciones y las dificultades de la vida, sino que también nos une un solo bautismo, una sola fe, un solo amor y una sola esperanza. A partir de lo que nos une, convocamos nuestra Asamblea sinodal esta semana para concluir la segunda etapa de nuestro 'caminar juntos', la etapa continental. Nos hemos asegurado de que nuestra asamblea sea como Su Santidad el Papa Francisco quería que fuera».

El Padre Alwan concluyó luego su discurso repitiendo lo que los patriarcas habían escrito hace treinta años en su carta pastoral y que todavía habla hoy a esta asamblea sinodal. Nuestras Iglesias orientales se distinguen por su antigüedad, la riqueza de su patrimonio, la diversidad de sus expresiones litúrgicas, la originalidad de su espiritualidad y de sus horizontes teológicos, la fuerza de su testimonio a lo largo de los siglos, y a menudo hasta el heroico martirio, y esto lo llevamos en el corazón y es estímulo de gran esperanza, fuente de confianza y constancia para caminar hacia el futuro. La diversidad es la principal característica de la iglesia universal y del cristianismo en Oriente. Esta diversidad ha sido siempre fuente de enriquecimiento para toda la Iglesia cuando la hemos vivido en la unidad de la fe y en el espíritu del amor. Pero, lamentablemente, se ha convertido en división y separación a causa de los pecados de los hombres y su alejamiento del Espíritu de Cristo. Sin embargo, lo que nos une es más importante que lo que nos separa, y no impide que nos reunamos y colaboremos. El cristianismo en Oriente, a pesar de sus divisiones, forma en su base una unidad indivisible de fe. Somos cristianos juntos en los buenos y malos momentos. Uno es la llamada, el otro el testimonio, el otro el destino. Por eso estamos llamados a trabajar juntos, de diversas formas y medios, para consolidar el arraigo de los creyentes que nos han sido confiados, en espíritu de fraternidad y de amor, en los diferentes ámbitos a los que nos impulsa el bien común de todos los cristianos, así como las aspiraciones de todos los creyentes en las diversas Iglesias cristianas, que depositan sus mayores esperanzas en nuestra cooperación y proximidad. En Oriente, o somos cristianos juntos o no lo somos. Y si las relaciones entre las Iglesias de Oriente no han sido siempre buenas por tantas razones, internas y externas, ha llegado el momento de purificar nuestra memoria cristiana de los registros negativos del pasado, por dolorosos que sean, para mirar juntos hacia el futuro en el espíritu de Cristo y bajo la guía de su Evangelio y de las enseñanzas de sus Apóstoles».

La reunión continuó con la intervención del Cardenal Jean-Claude Hollerich, coordinador de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, quien recordó las etapas del camino realizado hasta ahora. «Me siento especialmente honrado de estar presente en el Medio Oriente, donde la sinodalidad tiene una larga tradición, y es mi deseo experimentar y aprender de vosotros. Gracias a vuestra preciosa contribución, estoy plenamente convencido de que la Iglesia universal puede llegar a ser más sinodal, y que puede ampliar el espacio de su tienda».

«Como sabemos – ha continuado el Cardenal Hollerich - el Papa Francisco ha hecho de la sinodalidad, entendida como 'caminar juntos' escuchando al Espíritu, el eje central de su pontificado. Y si nos reunimos ahora aquí en Beirut, estamos contribuyendo, en colaboración con otras Asambleas Continentales y sobre la base del documento de trabajo y de las largas tradiciones sinodales en Oriente Medio, a encontrar una respuesta a la pregunta fundamental que guía todo el camino sinodal: ¿Cómo se realizará este 'caminar juntos' que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio?  de acuerdo con la misión que se le ha confiado, y que debe cumplirse hoy en diferentes niveles? ¿Qué otros pasos nos llama a dar el Espíritu Santo para crecer como iglesia sinodal? »

El Cardenal Hollerich agregó: «Sabemos que 'caminar juntos' es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no fácil de poner en práctica. Este 'caminar juntos' es necesario en Oriente Medio, que celebra la realidad de muchas religiones y confesiones religiosas, y esta diversidad es en sí misma una riqueza y una gran oportunidad que hace posible la sinodalidad, porque se trata de caminar juntos y no caminar solos». El Relator General de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos concluyó su intervención expresando su convicción de que «el camino sinodal es obra del Señor, y que debemos dejarnos guiar por su Espíritu, Aquel que es el verdadero protagonista del sínodo. Quisiera también invitaros a dejarnos guiar por el Espíritu Santo durante las diversas reuniones de esta Asamblea en Beirut, para que el espíritu sinodal se manifieste en nosotros como el 'estilo apostólico de la Iglesia, para afrontar los desafíos del mundo contemporáneo».

Posteriormente, el Cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo de los Obispos, subrayó dos condiciones necesarias para el éxito del proceso sinodal. El primero se refiere a la necesidad de la participación activa del Pueblo de Dios y de los pastores, «porque la correcta práctica del Sínodo nunca pone en competencia estos dos temas, sino que los mantiene en constante relación, permitiendo que cada uno cumpla su función. La consulta en algunas Iglesias ha permitido al pueblo de Dios poner en práctica este modo específico de participar en el oficio profético de Cristo, que se manifiesta en el sensus fidei de todos los bautizados. En efecto, podemos considerar este dinamismo de comunión como fruto de una experiencia colectiva que disipa no pocas inquietudes iniciales. La participación activa del Pueblo de Dios en la vida de la Iglesia no resta valor al servicio jerárquico, al contrario, lo fortalece y demuestra su función indispensable en la vida de la Iglesia».

La segunda condición -continúa el cardenal Grech- está ligada a la importancia de la escucha. Se trata de escuchar lo que el Espíritu Santo dice a la Iglesia. «La afirmación de que 'la Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha' no puede ni debe reducirse a una frase retórica. Pedimos en el documento preparatorio escuchar a todos, incluso a los que están lejos, porque por todos queremos decir todos, sin excepción. En este sentido, siento la necesidad de subrayar que, a partir de esta particular etapa continental, necesitamos estar más atentos a las voces 'internas' de la Iglesia, en particular a las voces que a menudo inquietan al cuerpo eclesial. Todos estamos llamados, en conciencia, a dar nuestras respuestas: desde los que están profundamente convencidos hasta los que todavía tienen dudas, pasando por los que discrepan abiertamente. Nadie tiene prohibido hablar. Por eso debemos pedir al Espíritu más valor para hablar, para expresar con claridad nuestras convicciones, pero también para escuchar plenamente las voces de los demás. Y las Asambleas Continentales, que constituyen un nuevo acto de profundización eclesiástica, pueden jugar un papel decisivo en este sentido. Es este discernimiento lo que la Secretaría del Sínodo espera de la fase continental para poder, a partir de los documentos emitidos por las siete Asambleas continentales, elaborar un instrumento de trabajo para la Asamblea General que sea verdaderamente expresión de  comunión eclesial.

En conclusión, el Cardenal Mar Bechara Boutros Al-Rahi, Patriarca de la Iglesia maronita, recordó que el compromiso de «vivir como Iglesia sinodal» significa comprometerse a ser «una Iglesia que aprende de la escucha de la Palabra de Dios y de la lectura de los signos de los tiempos a renovar su misión anunciando el Evangelio y proclamando el misterio de la muerte y resurrección de Cristo para la salvación del mundo».

El Patriarca maronita continuó diciendo que «no debemos perder de vista la cuestión fundamental del camino sinodal, que es doble: ¿cómo se lleva a cabo hoy, local y globalmente, este 'caminar juntos' que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio según el mensaje que le ha sido entregado? Y entonces, ¿qué otros pasos nos inspira a dar el Espíritu Santo para crecer como Iglesia sinodal? Sin embargo, me apresuro a decir que el tema no es puramente académico, sino que se basa en la oración, la escucha de la Palabra de Dios y el espíritu de arrepentimiento y conversión, y por lo tanto en la escucha mutua, el diálogo y el discernimiento. Nuestra tarea en esta asamblea continental es definir las prioridades que se estudiarán en la próxima asamblea general. Ponemos el trabajo de esta asamblea bajo la luz del Espíritu Santo y la intercesión de nuestra madre, la Virgen María, Madre de la Iglesia y Nuestra Señora del Líbano, y rezamos para que sea coronado con éxito y fecundidad por la gracia divina, de acuerdo con los deseos e intenciones de Su Santidad el Papa Francisco».