GAZA - Tras un fin de semana de conflicto entre la Yihad Islámica e Israel, el Padre Gabriel Romanelli, párroco de la parroquia latina de Gaza, da algunas noticias de sus feligreses.
El viernes 5 de agosto, a media tarde, estallaron sin previo aviso nuevas hostilidades entre el ejército israelí y la Yihad Islámica, tras una detención y posterior intervención militar en el enclave de la Franja de Gaza. Las ofensivas aéreas subsiguientes duraron ininterrumpidamente hasta la tarde del domingo, antes de que ambas partes acordaran una tregua por la noche.
"Hoy la situación parece irreal", dice el Padre Gabriel. "La semana anterior al conflicto, la parroquia estaba llena de vida: teníamos actividades para los jóvenes y las familias, campamentos de verano para los scouts, momentos de oración... Luego empezaron los bombardeos y lo paramos todo. De repente, todo llegó a su fin y todos se encerraron en sus casas.
Durante los tres días de ataques aéreos, la Franja de Gaza se confinó, las fronteras se cerraron y los comercios se cerraron. Luego, tras una larga mediación egipcia, se declaró una tregua y la vida se reanudó como antes.
"Empezamos todo enseguida", explica el Padre Gabriel. "Las oraciones, las actividades, el campamento scout... Organizamos una excursión para las madres de la parroquia... Y el domingo, después de una mañana de oración y adoración al Santísimo, incluso fuimos al mar. La parroquia alquiló una pequeña playa y aunque el baño estaba prohibido por el viento, pudimos jugar, charlar, hacer un picnic juntos... Vinieron más de 200 cristianos, fue realmente hermoso.
Es difícil creer que las bombas llovían sobre el territorio sólo una semana antes. Sin embargo, el conflicto se deja sentir en el enclave: más de cuarenta muertos, entre ellos niños, y un centenar de heridos. "Después del conflicto, rezamos mucho por la paz, la justicia y la reconciliación, como hacemos siempre. También hubo una distribución de rosarios a las familias, un regalo del Papa Francisco. La respuesta espiritual fue muy fuerte".
A pesar de la situación, la parroquia está haciendo todo lo posible para curar las heridas del pueblo. "Intentamos estar al lado de todos para que nadie pierda el valor. Ayudándonos entre cristianos, pero también ayudando a los demás, podemos mantener la fe, la esperanza y la caridad".