La Iglesia no se queda de brazos cruzados ante las necesidades de sus fieles y las difíciles condiciones económicas y políticas que atraviesa el país, sino que busca con todos sus medios ayudar a las familias pobres y afectadas que sufren, satisfaciendo sus diversas necesidades materiales, lo mejor posible.
La Iglesia se apresura especialmente a satisfacer las diversas necesidades materiales de sus hijos, especialmente en el campo médico, ya que muchos luchan por obtener atención médica, que las instituciones públicas no proporcionan. La Iglesia también se preocupa de los huérfanos, las viudas y las familias numerosas de muy bajos ingresos, proporcionándoles las necesidades diarias para poder continuar con sus vidas.
Se están coordinando esfuerzos entre varias instituciones cristianas para asignar a los que más necesitan nuestra ayuda y a las familias en dificultades. Los párrocos también nos ayudan a identificar los casos urgentes y más necesarios a atender.