El domingo 17 de agosto de 2025, Su Beatitud el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, presidió la solemne celebración de la profesión de los votos perpetuos de la Hna. Sarah Kathia, de Irak, uniéndose al Instituto de las Hermanas de San José de la Aparición.
La Misa se celebró en la Iglesia de Santa Catalina en Belén, y contó con la presencia de Mons. Boulos Marcuzzo, el P. Rami Asakreh, párroco de Belén, y varios sacerdotes más. Las Hermanas de San José de toda la región viajaron para presenciar y compartir este momento sagrado en el camino de la Hna. Sarah de responder a la llamada de Dios a la vida religiosa.
Los fieles de Belén llenaron la iglesia, rodeando a la Hna. Sarah con sus oraciones y alegría, mientras ella consagraba su vida a Cristo al servicio de la Iglesia y del pueblo de Tierra Santa.
Al presentarse ante el Patriarca, declaró: "Contando con el amor y la gracia de Dios, pido seguir a Cristo en la vida religiosa apostólica, en la congregación de las Hermanas de San José de la Aparición". El Cardenal Pizzaballa le recordó que esta llamada solo se sostiene por la gracia de Dios, después de lo cual ella afirmó públicamente su disposición a vivir como sierva y testigo de Su amor.
Homilía sobre el Fuego del Espíritu
En su homilía, el Cardenal Pizzaballa reflexionó sobre la naturaleza de la vida consagrada como un don y no como una pérdida:
"Consagrar tu vida a Dios no significa perder algo, sino ganar algo mayor. Eres hija de esta Tierra Santa, y esperamos que tu consagración de hoy inspire a otros a responder a la llamada de Dios."
Basándose en la imagen bíblica del fuego, habló de la presencia del Espíritu Santo en la vida de los fieles: "El fuego del que habla Cristo no es uno que destruye, sino uno que da calor y vida. En Pentecostés, el Espíritu Santo vino como fuego, un fuego que renueva y fortalece. Cuando entro en una parroquia, a menudo puedo percibir si este fuego está vivo. A veces los cristianos lo perdemos de vista, pero siempre lo necesitamos."
Dirigiéndose directamente a la Hna. Sarah, añadió: "Creo que este mismo fuego de Dios te movió a dejar tu patria y venir a esta tierra, marcada por pruebas y luchas. Cuando el fuego de Dios arde en el corazón, comenzamos a pensar de manera diferente: ya no con los criterios del mundo del dinero, el hogar o las posesiones, sino con la libertad de quienes han elegido a Jesús como su tesoro."
Una Vida Entregada Plenamente a Cristo
Después de la homilía, comenzó el rito de la profesión perpetua. El Cardenal Pizzaballa inquirió a la Hna. Sarah sobre su disposición a seguir a Cristo libre y sinceramente: en la pobreza, siguiendo el ejemplo del Señor que se despojó de sí mismo para compartir nuestra humanidad; en la obediencia, confiando su vida en las manos del Padre como lo hizo el mismo Cristo; y en la castidad, haciendo de toda su vida un don de amor al Señor.
Con alegría, se comprometió a vivir de acuerdo al espíritu y la misión de las Hermanas de San José de la Aparición.
Seguidamente se cantó la Letanía de los Santos, mientras la Iglesia en la tierra unía su oración a la del cielo, invocando la intercesión de los santos por su nueva vida consagrada.
Como signo de su alianza, la Hna. Sarah recibió el anillo de la profesión perpetua y, junto con la Superiora Provincial Hna. Valentina Salah y el Cardenal Pizzaballa, firmó el registro sobre el altar. El rito concluyó con la solemne bendición de la Hermana recién profesada, marcando el comienzo de su consagración de por vida a Cristo.
Testimonio de Una Hermana
Al finalizar la Misa, la Hna. Sarah se dirigió a la asamblea con gratitud y humildad: "Oren por mí para que pueda permanecer fiel a mi vocación y a la llamada que he recibido."
Dio las gracias a todos los que la acompañaron en este camino, especialmente a su familia, que creyó en ella y la apoyó con sus oraciones, y que siguió este momento de alegría a través de la transmisión en vivo.
La celebración concluyó con himnos de acción de gracias, mientras la comunidad parroquial abrazaba a la Hna. Sarah, felicitándola y regocijándose en su testimonio de amor y fe en el corazón de Belén.