19 de octubre de 2025
XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, año C
Lc 18, 1-8
Al escuchar el pasaje del Evangelio de hoy (Lc 18,1-8), nos detenemos en un contraste que salta a la vista de inmediato cuando nos acercamos a las dos figuras principales de la parábola que Jesús cuenta a sus discípulos.
En primer lugar, hay un juez, que se describe como una persona que no teme a Dios y no respeta a nadie (Lc 18,2). Es un hombre poderoso, que usa su poder de manera arbitraria, corrupta y deshonesta ("Escuchen lo que dice el juez injusto" - Lc 18,6), sin corazón, incapaz de compasión.
A su lado, está la figura de una viuda (Lc 18,3). Al contrario del juez, la viuda es una persona sin poder, sin apoyos, sin nadie que la ayude a garantizar sus derechos: es el símbolo por excelencia de esa parte de la humanidad pobre y olvidada, cuyos derechos son pisoteados fácilmente.
La paradoja de la parábola es que esta mujer, pobre, sale victoriosa del contraste. Todo podría hacernos pensar que el juez sin corazón nunca se ocupará de ella, que esta mujer estará condenada a ser siempre derrotada; sin embargo, no es así.
Incluso el juez, que parece invulnerable, tiene una debilidad, y esta mujer es capaz de encontrarla, de aprovecharla y, finalmente, de obtener la justicia que le corresponde.
La viuda no se rinde hasta que esto sucede.
En su parábola, Jesús quiere subrayar ante todo la figura de la viuda, más que la del juez.
El juez le sirve a Jesús solo para resaltar la figura de la viuda.
En efecto, al salir de la parábola, aclara inmediatamente que el Padre, a quien dirigimos todas nuestras oraciones, no es como este juez, sino más bien exactamente lo contrario: "Escuchen lo que dice el juez deshonesto. ¿Y Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar mucho tiempo? Les digo que pronto les hará justicia" (Lc 18, 7-8).
La oración, entonces, no consiste en querer convencer a Dios, como si fuera un juez reacio o un enemigo a quien hay que llevar de nuestro lado. La oración es creer que el mal, como el juez deshonesto, tiene una debilidad, que está destinado a sucumbir y no es eterno.
La debilidad del mal es el tiempo.
Lo deducimos de las mismas palabras del juez, que decide hacer justicia a la viuda porque esta no deja de molestarlo continuamente (Lc 18,5). El mal no tiene paciencia, no vive en las largas distancias, no soporta el paso del tiempo. Tiene prisa y es incapaz de esperar: se agota y no puede durar mucho.
La viuda, en cambio, no tiene nada, pero tiene tiempo. Sabe esperar, por lo tanto, y vive según la lógica del Reino, que crece lentamente, que madura despacio, que sabe esperar. Sabe esperar el momento en que Dios haga justicia con prontitud ("Les digo que pronto les hará justicia" - Lc 18,8).
Nos centraremos en dos términos de esta última frase.
El primero es "hacer justicia". Para Dios, hacer justicia no significa resolver problemas, castigar a los malvados ni dar a cada uno lo que le corresponde. Para Dios, hacer justicia significa salvar, y salvar a todos, haciendo madurar el bien hasta el punto de poder florecer y dar fruto, para todos.
El segundo es "pronto", que no significa inmediatamente.
Más bien significa "en el momento oportuno", y no tiene nada que ver con la prisa que necesita el mal.
Su prisa es destructiva, mientras que el tiempo de Dios es el de la fe, silenciosa y tenaz, que tiene memoria, que sabe perseverar.
Dios es un aliado del tiempo: lo da a los pobres, y lo vive con ellos, sosteniendo su espera con una promesa que habla de su pronta presencia en su historia.
Por su parte, el hombre está llamado a orar siempre ("Les decía una parábola sobre la necesidad de orar siempre, sin desfaceller" - Lc 18,1): lo que no significa orar mucho, sino siempre, con esa fe que no es el impulso de un momento, sino la lenta maduración de la vida de Dios en nosotros.
Esta es la fe que el Señor quiere encontrar, a su regreso: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?" (Lc 18,8).
+Pierbattista
*Traducido por la Oficina de Prensa del Patriarcado Latino a partir del texto original en italiano