El 15 de octubre de 2025, Su Beatitud el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, aceptó en Roma el Premio Internacional Achille Silvestrini para el Diálogo y la Paz, en nombre del P. Gabriel Romanelli, y del clero que fue honrado por su firme testimonio en medio de la guerra - un homenaje a una Iglesia que se niega a abandonar a los vulnerables y continúa defendiendo la dignidad humana bajo asedio. "En una ciudad asediada por el hambre y la destrucción, los sacerdotes y las religiosas acogieron y sirvieron a cientos de personas desplazadas, sobre todo, mujeres y niños, ofreciendo un testimonio extraordinario de solidaridad y paz", declaró el comité encargado de otorgar el premio. Establecido en 2022 para honrar al Cardenal Achille Silvestrini, diplomático vaticano reconocido por su constante búsqueda de la paz y el diálogo interreligioso, el premio reconoce a quienes encarnan la reconciliación y la fraternidad humana.
El día de la entrega del premio, Radio Vaticano realizó una entrevista exclusiva al Cardenal Pizzaballa, en la que reflexionó sobre la frágil tregua que tuvo lugar el 8 de octubre y sobre la necesidad de "un nuevo lenguaje, nuevas palabras y nuevos testigos" para reconstruir, curar las heridas de ambos lados y trabajar por un futuro que no repita el pasado. Afirmó: "Tenemos el deber hacia nuestras comunidades de ayudarlas a mirar hacia adelante, positiva y serenamente, hacia un futuro diferente".
Hablando de la comunidad cristiana de Gaza, el Cardenal Pizzaballa dijo: "Todavía no pueden creer que hayan podido dormir por la noche sin escuchar el sonido de las bombas". Describió la situación como "dramática porque todo está destruido. La gente está regresando, pero están regresando a las ruinas. Los hospitales no funcionan; las escuelas no existen... La desconfianza entre las partes sigue siendo alta. Sin embargo, hay una nueva atmósfera, frágil, pero esperamos que se vuelva más estable".
El Patriarca señaló que hay una esperanza compartida de que esto no marque solo una pausa temporal sino un verdadero comienzo, para que "la vida pueda reanudarse con una nueva perspectiva, una que no sea la guerra y ni la violencia".
Reflexionando sobre el camino hacia la esperanza y la fraternidad, reconoció que "tomará tiempo" porque "las heridas son profundas", pero subrayó la importancia de "nuevas voces que puedan ayudar a reconstruir una narrativa diferente, basada en el respeto mutuo". Destacó la misión generacional: "La tarea de esta generación es preparar a la siguiente. Poco a poco, debemos crear cimientos y condiciones, con nuevos rostros y nuevos liderazgos, y crear entornos que fomenten gradualmente una cultura de respeto, que a su vez traerá la paz". También habló de la necesidad de nuevos líderes dispuestos a hablar "un nuevo lenguaje, nuevas palabras" para contrarrestar "la narrativa del desprecio, rechazo y exclusión" que se ha alimentado durante años.
Mirando hacia el futuro, expresó su esperanza en el regreso de los peregrinos a Tierra Santa: "Es hora de mostrar solidaridad no solo a través de la oración y la ayuda, sino también a través de la peregrinación".